Más de 3 kilómetros de muralla rodean todo el perímetro de la Villa, pero no toda es de la misma época: sus inicios arrancan en el Cerro de San Martín, primer núcleo poblado de Ledesma (siglo vii a. C.), donde se encuentran ya algunos estratos de la muralla de época prerromana. También hay algunas pequeñas partes que se creen de factura romana, sobre todo en la Cuesta del Puente y alrededor de la antigua Puerta del Caracol y del Pozo de Nieve.
La muralla que observamos hoy en su mayoría es de finales del siglo xii, obra románica de tiempos de Fernando II de León, quien marca el trazado actual de la muralla y manda fortificar completamente la Villa a base de una gran muralla almenada de buena sillería con su torres y ocho puertas de acceso bien protegidas (la del Puente, de los Toros, del Caracol, del Pozo de la Nieve, de San Nicolás o de los Mártires, de San Juan, de Herreros y de San Pedro). Es en época de Beltrán y Francisco de la Cueva (último tercio del siglo xv) cuando se reforman algunos lienzos de la muralla, y de esa época destacan algunos de los cubos de buena sillería que se conservan aún.
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